La importancia de construir más y el papel clave de los políticos en la vivienda
En los últimos años, el debate sobre la falta de vivienda asequible se ha intensificado en todo el mundo. Los precios del alquiler se disparan, las hipotecas se encarecen y las generaciones más jóvenes encuentran cada vez más difícil acceder a una casa. Sin embargo, detrás de esta situación hay una realidad evidente: no se construyen suficientes viviendas.
Construir más no es solo una cuestión económica, sino una necesidad social, y los políticos y legisladores son quienes, en última instancia, tienen el poder de marcar el ritmo y las condiciones de la construcción.
Índice
La raíz del problema: falta de oferta y exceso de regulación
La escasez de vivienda no es un fenómeno reciente. En muchos países, especialmente en Europa y América Latina, la construcción de nuevas viviendas ha disminuido drásticamente en las últimas décadas.
Mientras la población crece y las ciudades se expanden, el número de nuevas promociones inmobiliarias no logra seguir el ritmo de la demanda. ¿Por qué? En gran medida, por burocracia, trabas urbanísticas y decisiones políticas que ralentizan o encarecen el proceso.
Los permisos de construcción pueden tardar meses o incluso años. Las regulaciones cambian constantemente, y los impuestos o tasas urbanísticas elevan los costes para promotores y constructores. En consecuencia, el mercado responde con una oferta limitada y precios cada vez más altos.
Construir más: una solución directa a la crisis de vivienda
El principio económico es claro: si la oferta de viviendas aumenta, los precios tienden a estabilizarse o incluso a bajar. Cuando hay más opciones para comprar o alquilar, se equilibra el mercado y se reduce la presión sobre las familias.
Por tanto, construir más no es un lujo, es una política pública inteligente. Incrementar la oferta de viviendas:
- Reduce los precios del alquiler y la compra.
- Fomenta la movilidad laboral y social.
- Genera empleo en el sector de la construcción.
- Impulsa la economía local y nacional.
- Permite regenerar barrios y zonas degradadas.
No se trata de construir por construir, sino de crear ciudades más accesibles, sostenibles y equitativas. La vivienda no solo es un bien material: es la base del bienestar, la estabilidad familiar y el desarrollo económico.

El papel de los políticos
Aunque el mercado y los inversores privados tienen un rol esencial, son los políticos quienes realmente marcan el ritmo de la construcción. Desde los ayuntamientos hasta los gobiernos nacionales, las decisiones urbanísticas, fiscales y regulatorias determinan qué, cómo y cuándo se construye.
Los líderes políticos tienen en sus manos:
- Aprobar o frenar planes urbanísticos.
- Reducir la burocracia en la concesión de licencias.
- Fomentar la construcción de vivienda pública y asequible.
- Incentivar fiscalmente la rehabilitación y el alquiler.
- Atraer inversión privada con seguridad jurídica.
Por eso, la vivienda no solo es un tema económico, sino profundamente político. Las políticas de suelo, las normativas de edificación y las restricciones medioambientales influyen directamente en la capacidad de construir más.
Cuando los políticos entienden que facilitar la construcción responsable es clave para el bienestar social, se pueden generar cambios duraderos. En cambio, cuando se priorizan los discursos ideológicos sobre la acción práctica, el resultado es el estancamiento.
Las consecuencias de no construir lo suficiente
La falta de vivienda tiene efectos profundos en toda la sociedad:
- Aumenta la desigualdad. Las familias con menos recursos destinan una parte desproporcionada de sus ingresos a pagar el alquiler.
- Frena la natalidad. Muchos jóvenes retrasan o renuncian a tener hijos porque no pueden acceder a una vivienda.
- Provoca despoblación en ciertas zonas. Mientras los centros urbanos se saturan, los pueblos se vacían.
- Encarece la vida y reduce la movilidad laboral. Si vivir cerca del trabajo es imposible, aumentan los desplazamientos y el gasto.
En resumen, no construir suficiente vivienda agrava los problemas sociales y económicos, mientras que hacerlo puede ser la base de una sociedad más justa y equilibrada.

Construir con visión
Hablar de construir más no significa promover un crecimiento descontrolado o insostenible. Por el contrario, implica planificar mejor las ciudades del futuro.
Los gobiernos deben apostar por un urbanismo sostenible, con viviendas eficientes energéticamente, acceso a servicios públicos, zonas verdes y buena conectividad.
La clave está en equilibrar cantidad y calidad: se puede construir más sin sacrificar el medio ambiente ni la calidad de vida. Para ello, las políticas públicas deben combinar facilitación administrativa, innovación y planificación estratégica.
Ejemplos internacionales
Algunos países han demostrado que una política de vivienda ambiciosa puede transformar la realidad:
- Yokohama (Japón): simplificó las licencias y permitió desarrollos verticales controlados, aumentando su parque de vivienda sin saturar la ciudad.
- Viena (Austria): es ejemplo mundial en vivienda pública asequible, combinando inversión estatal con colaboración privada.
- Canadá y Australia: han implementado políticas de incentivos fiscales y programas de vivienda para jóvenes, impulsando la construcción sin desequilibrar el mercado.
Estos casos muestran que cuando la voluntad política existe, los resultados llegan. Las leyes, los incentivos y la planificación urbanística pueden marcar la diferencia entre una crisis habitacional y un mercado equilibrado.
